Malvona sábado, 28 de junio de 2008



Dicen que hay buenas y malas palabras.

Algunas pueden ser tán sólo simples y meras palabras.

Otras son más profundas, poderosas o vacías.
Hay algunas que todos entienden, otras que sólo unos pocos.


Pero de vez en cuando, casi por casualidad, aparecen palabras que, sólo para alguien, significan un mundo. Toda una historia.

No sé vos. Pero yo tengo algunas de esas.

Son palabras que, cuando las escucho, esté donde esté, me hacen viajar inmediatamente hacia otro lugar muy lejano. Me hacen sonreír, llorar, o me agregan un brillo en los ojos.
Y no es por un simple recuerdo.
Es mucho más, una emoción, un estado.

Algunas mantienen su virtud por siempre.
Pero otras, a veces, se esfuman o se transforman. Pasan de ser una alegría, un salto, a ser una lágrima o una espinita en el alma.
Y no sabés lo doloroso que es eso.

Hace un tiempo atrás perdí “que descanses”.
Fue hermoso la primera vez que me mandaste esa frase en un mensaje, porque entendí que era importante para vos.
Y cada noche, antes de dormir, la esperaba.
Era suficiente escucharla, en vivo o por teléfono, para poder dormir con una sonrisa.
Ahora, sin embargo, ya no significa nada.
Hasta prefiero que no la digas.

Hoy perdí otra de esas palabras.
Pero fue mucho peor, porque era la palabra que me hacía sentir especial, amada, valorada, única.
En cualquier momento que la escuchaba, pensaba en nuestra relación, en la felicidad que siento con vos. En lo que somos.
Hasta canción tenía.

Pero ahora ya no soy tu Princesa.
Porque cualquiera puede serlo para vos.

Y yo no quiero ropa usada.
Ni las sobras del plato de los demás.
Mucho menos palabras recicladas.

No quiero copy paste de cartas de amor ya escritas, cambiando sólo el destinatario.
Prefiero que no me escribas nada.

Prefiero que no me digas nada,
Si eso no fue pensado para mí.

Porque no vine a ocupar el lugar que alguien dejó vacío.
Vine para crear uno nuevo con vos.

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